Danza de sombras by Julie Garwood

Danza de sombras by Julie Garwood

autor:Julie Garwood [Garwood, Julie]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2007-01-01T00:00:00+00:00


Capítulo 19

Mientras almorzaban, Jordan repasó el registro de las llamadas telefónicas del profesor.

—Creía que tenías hambre —comentó Noah—. Apenas has tocado la comida.

—Esta hamburguesa podría alimentar a seis personas. Ya no tengo más apetito. —Cambió de tema para hablar de asuntos más importantes—. Yo llamé al profesor MacKenna cuando llegué al pueblo. Éste no es el número al que llamé. Y recuerdo que Isabel me contó que el profesor y ella hablaban a menudo sobre el clan MacKenna. Su número de teléfono tampoco aparece aquí.

—Me apuesto lo que quieras a que sólo utilizaba desechables —dijo Noah—. Imposibles de rastrear.

—La vida del profesor es imposible de rastrear desde que se mudó a Serenity. —Tomó una patata frita y, cuando iba a darle un mordisco, cambió de opinión. Señaló con ella a Noah—. ¿Y por qué se mudó a Serenity? ¿Por qué eligió este pueblo? ¿Porque está tan aislado? ¿O porque está cerca de algo ilegal en lo que estaba involucrado? Sabemos que lo que estaba haciendo era ilegal. ¿Quién obtiene noventa mil dólares en efectivo? —Noah le quitó la patata frita y se la comió. Jordan prosiguió—: Es evidente que quienquiera que matara a esos dos hombres está decidido a retenerme aquí —comentó después de valorar las diversas posibilidades—. ¿No te parece? —Antes de que Noah pudiese contestar, dijo—: ¿Por qué, si no, habría puesto los dos cadáveres en mi coche?

A Noah le encantaba observar la cara de Jordan mientras pensaba en voz alta.

Se sentía animada, entusiasmada. Sabía que el último par de años se había vuelto muy cínico, pero en su trabajo, curtirse sólo era cuestión de tiempo. Había aprendido a no implicarse demasiado y a no esperar nada, pero todavía no había averiguado cómo desconectar del trabajo.

—¿Sabes qué necesitamos? —preguntó Jordan.

—Un sospechoso —asintió él.

—Por supuesto. ¿Se te ocurre alguien?

—J. D. Dickey es el primero de mi lista —indicó Noah.

—Porque sabía que el cadáver estaba en mi coche.

—Sí —corroboró—. Le pedí a Street que lo investigara, y J. D. cumplió una condena larga.

Le contó lo que había averiguado sobre J. D. Cuando terminó, aseguró que si Joe Davis no localizaba pronto a J. D. y lo llevaba a comisaría para interrogarlo, le quitaría el asunto de las manos.

—¿Significa eso que te quedarás en Serenity, Noah?

—Significa que los agentes Chaddick y Street se harán cargo de la investigación. Estamos en su distrito —aclaró, y le pareció oportuno añadir—: Y tú y yo nos largaremos de aquí.

—¿Volverás directamente a trabajar para el doctor Morganstern o te tomarás unos días de fiesta e irás a casa?

—No tengo casa a la que ir —explicó Noah—. Vendí el rancho tras la muerte de mi padre.

—¿Y dónde vives? —quiso saber ella.

—Aquí y allá —sonrió Noah.

—Vaya —soltó Jordan—. Aquí vienen.

Jaffee y Angela se dirigían a su mesa. Jordan sabía qué querían: los detalles escabrosos del hallazgo del cadáver de Lloyd en el maletero. Por suerte, se ahorraron tener que responder mil preguntas porque Noah recibió una llamada del jefe Davis.

—Tenemos que irnos —se excusó y pagó rápidamente la cuenta.

Cuando salían del restaurante, Angela captó la atención de Jordan y levantó el pulgar en señal de aprobación.



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